Textos_Clase1

DOCUMENTO 1: PARA CURSO MOVIMIENTOS SOCIALES - ZIBECHI - CIES
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T-0 Arrighi
Crisis de la hegemonía estadounidense

“El inicio de ésta se vio marcado por la derrota estadounidense en una guerra civil en el Tercer Mundo (Vietnam) y por las protestas contra ella que se extendieron por Estados Unidos y por todo el mundo. La guerra y el movi8meinto antiguerra se entrelazaron con el ya existente movimiento negro por los derechos civiles y con la perentoriedad de las demandas del Tercer Mundo de un nuevo orden internacional. Los intentos iniciales de aquietar estas revueltas tan sólo intensificaron la crisis presupuestaria de Estados Unidos, El declive del poder y el prestigio estadounidense alcanzó un clímax con la revolución iraní de 1979 y la crisis de los rehenes de 1980.

En este contexto de desafíos sociopolíticos internos y externos generalizados, la elite estadounidense cambió de estrategia. Se abandonaron los Estados de Bienestar doméstico y global, y Estados Unidos trató de restablecer su prestigio militar. Para pagar el incremento de gastos militares en la Segunda Guerra Fría, elevó sus tipos de interés y comenzó a competir activamente por el capital internacional en busca de inversión. Durante la década de 1980 atrajo el excedente mundial, precipitando la “crisis de la deuda” y señalando el abandono de la promesa hegemónica del “desarrollo”. Al abandonar esa promesa de abandonar el sueño americano, la elite dominante en Estados Unidos estaba admitiendo tácticamente que su promesa había sido un fraude. El capitalismo mundial no puede conciliar las demandas combinadas del Tercer Mundo y de la clase obrera occidental.

En resumen, mientras que en las anteriores crisis hegemónicas la intensificación de la rivalidad entre las grandes potencias precedió y configuró de arriba abajo la intensificación del conflicto social, en la crisis de la hegemonía estadounidense esta última precedió y configuró enteramente aquella. Se puede detectar una aceleración análoga de la historia social en las relaciones entre conflicto social y competencia interempresarial. Mientras que en las anteriores crisis hegemónicas el primero siguió la pauta marcada por la intensificación de la segunda, en la crisis de la hegemonía estadounidense una oleada de militancia obrera precedió a la crisis del fordismo y la configuró.

Esta oleada de militancia obrera, que recorrió gran parte del centro de la economía-mundo capitalista a finales de la década de 1960 y comienzos de la de 1970 se adecua y al mismo tiempo diverge de los modelos precios de conflicto social detectados en las transiciones hegemónicas.

Giovanni Arrighi/Beverly Silver, “Caos y orden en el sistema-mundo moderno”, Akal, 2001, p. 219.






DOCUMENTO 2: PARA CURSO MOVIMIENTOS SOCIALES - ZIBECHI - CIES
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186, June 1, 2006
¿De quién es el siglo XXI?

En 1941, Henry  Luce proclamó que el siglo XX sería el siglo americano.  Desde entonces, la mayoría de los analistas estuvo de acuerdo con él. Por supuesto, el siglo XX fue más que un siglo estadunidense. Fue el siglo de la descolonización de Asia y Africa. Fue el siglo del florecimiento, como movimientos políticos, del fascismo y el comunismo. Fue el siglo tanto de la Gran Depresión como de la increíble expansión, sin precedentes, de la economía-mundo durante los 25 años posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial.

No obstante, fue el siglo americano. Estados Unidos se convirtió en la potencia hegemónica incuestionable en el periodo 1945-1970 y modeló el sistema-mundo a su parecer. Estados Unidos se tornó el productor económico principal, la fuerza política dominante, el centro cultural del sistema-mundo. En resumen, Estados Unidos fue el dominador del escenario, por lo menos durante un tiempo.

Ahora, Estados Unidos está en visible decadencia. Más y más analistas comienzan a decirlo abiertamente, pese a que la línea oficial del establishment estadunidense lo niegue vigorosamente, al igual que cierta porción de la izquierda mundial que insiste en que la hegemonía de esa nación continúa. Pero los realistas con claridad de pensamiento, en todas partes, reconocen que la estrella estadunidense va atenuando su luz. La cuestión que subyace a todos los pronósticos serios es entonces, ¿de quién es el siglo XXI?

Por supuesto, estamos apenas en 2006, y tal vez es pronto para responder a esta cuestión con algún sentido de certeza. No obstante, los líderes políticos de todas partes hacen cálculos en torno a dicha respuesta y formulan sus políticas en concordancia.

Si replanteamos la cuestión y simplemente nos preguntamos cómo podría verse el mundo, digamos en 2025, podremos quizá ser capaces, por lo menos, de decir algo inteligente.

Básicamente hay tres series de respuestas a la cuestión de cómo se verá el mundo en 2025. La primera es que Estados Unidos gozará de un último vigor, un resurgimiento de su poder, y continuará dominando el gallinero en ausencia de algún contendiente militar serio. La segunda es que China desplazará a Estados Unidos como la superpotencia mundial. La tercera es que el mundo se tornará la arena de un desorden multipolar anárquico y relativamente impredecible. Examinemos la plausibilidad de cada una de estas tres predicciones.

¿Estados Unidos a la cabeza? Hay tres razones para dudarlo. La primera es una razón económica. La fragilidad del dólar estadunidense como única reserva cambiaria en la economía-mundo.

El dólar se sostiene ahora por las masivas infusiones de compra de bonos que hacen Japón, China, Corea y otros países. Es muy poco probable que esto continúe. Cuando el dólar se desplome dramáticamente, incrementará momentáneamente la venta de bienes manufacturados, pero Estados Unidos perderá su control de la riqueza del mundo y su habilidad para expandir el déficit sin una seria sanción inmediata. Los niveles de vida caerán y habrá un influjo de nuevas monedas de reserva, incluidos el euro y el yen.

La segunda razón es militar. Afganistán y especialmente Irak han demostrado en los últimos pocos años que no es suficiente contar con aviones, barcos y bombas. Una nación debe también contar con una gran fuerza terrestre que venza la resistencia local. Estados Unidos no cuenta con una fuerza así, y no tendrá ninguna, debido a razones políticas internas. Como tal, está condenado a perder tales guerras.

La tercera razón es política. Las naciones por todo el mundo están llegando a la conclusión lógica de que ahora pueden desafiar políticamente a Estados Unidos. Tomemos el ejemplo más reciente: la Organización de Cooperación de Shangai, que reúne a Rusia, China y a cuatro repúblicas del Asia central, está por expandirse para incluir a India, Paquistán, Mongolia e Irán. Este último país fue invitado en el mismo momento en que Estados Unidos intentaba organizar una campaña mundial contra el régimen iraní.El Boston Globe llamó a esto, correctamente, "una alianza anti Bush" y un "viraje tectónico en la geopolítica".

¿Surgirá China como cabeza hacia 2025? Es muy cierto que China lo está haciendo muy bien en lo económico, expande su fuerza militar considerablemente, y comienza a jugar un serio papel político en la región, más allá de sus fronteras. China sin duda será más fuerte en 2025; sin embargo enfrenta tres problemas que debe remontar.

El primer problema es interno. China no es estable políticamente.La estructura de un solo partido tiene a su favor la fuerza del éxito económico y el sentimiento nacionalista. Pero enfrenta el descontento de alrededor de la mitad de la población, que se siente relegada, y el descontento de la otra mitad por los límites de su libertad política interna.

El segundo problema se refiere a la economía-mundo. La increíble expansión del consumo en China (junto con el de India) cobrará su cuota en la ecología mundial y en las posibilidades de acumulación de capital. Muchos consumidores y muchos productores tendrán severas repercusiones en los niveles de ganancia mundiales.

El tercer problema yace en los vecinos de China. Si éste lograra la reintegración de Taiwán, ayudara a arreglar la reunificación de las Coreas y llegara a conciliarse (sicológica y políticamente) con Japón; tal vez habría una estructura geopolítica unificada en Asia oriental que podría asumir una posición hegemónica.

Los tres problemas pueden remontarse, pero no será fácil hacerlo.

Y las probabilidades de que China pueda remontar estas dificultades para 2025 son inciertas.

El último escenario es aquel de anarquía multipolar y de fluctuaciones económicas desordenadas. Dada la incapacidad de mantener un viejo poder hegemónico, la dificultad de establecer uno nuevo y la crisis mundial de la acumulación de capital, este tercer escenario parece ser el más probable.


DOCUMENTO 3: PARA CURSO MOVIMIENTOS SOCIALES - ZIBECHI - CIES
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Tan sólo ha habido dos revoluciones mundiales. La primera se produjo en 1848. La segunda en 1968. Ambas constituyeron un fracaso histórico. Ambas transformaron el mundo. El hecho de que ninguna de las dos estuviese planeada y fueran espontáneas en el sentido profundo del término, explica ambas circunstancias: el hecho de que fracasaran y el hecho de que transformaran el mundo. Celebramos el 14 de julio de 1789, o por lo menos algunoslo celebran. Celebramos el 7 de noviembre de 1917, o por lo menosalgunsolo celebran. No celebramos 1848 o 1968. Y, sin embargo, puede afirmarse que esas fechas son tan significativas, e incluso más, que las dos mencionadas y que suscitan tanta atención.

1848 fue una revolución a favor de la soberanía popular, tanto en el interior de la nación (sometida a la autocracia) como de las naciones (autodeterminación). 1848 fue la revolución contra la contrarrevolución de 1815 (la Restauración, el Concierto de Europa). Fue una revolución nacida tanto de las esperanzas como del descontento. No fue la segunda edición de la Revolución francesa. Representó, por el contrario, un intento de cumplir sus esperanzas originales y de superar sus limitaciones.

Lo mismo puede afirmarse de 1968. Nació también de las esperanzas como del descontento. Fue una revolución contra la contrarrevolución representada por la organización estadounidense de la hegemonía mundial a partir de 1945. Constituyó también un intento de cumplir los objetivos originales de la Revolución rusa y, por ende, un esfuerzo por superar sus limitaciones. Fue también, por tanto, una superación de 1917.

Immanuel Wallerstein
“1968: el gran ensayo” en Movimientos antisistémicos, Akal, 1999.


DOCUMENTO 4: PARA CURSO MOVIMIENTOS SOCIALES - ZIBECHI - CIES
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Samuel Pinheiro Guimaraes
“Desafios brasileiros na era dos gigantes”, Contraponto, 2006.
Resúmen cap. 8 “Quinientos años de periferia”.
Desafíos de la sociedad brasileña
El primer desafío es la elimnación gradual pero firme y constante de sus disparidades internas, como la concentración de la renta y la riqueza.
El segundo es la eliminación de las crónicas vulnerabilidades externas, que son además de la economía, las vulnerabilidades tecnológica, política, militar e ideológica.
Eal tercer desafío es la realización de su potencial económico, político y militar. Brasil no es un micro, mini, pequeño o mediano Estado. Brasil figura en las listas de los países de mayor territorio, mayor población, mayor PIB del mundo, en compañía apenas de otros dos estados que son China y Estados Unidos. Además de eso Brasil es el tercer país del mundo en cuanto al número de vecinos y posee fronteras marítimas y terrestres de las más largas. (262)
El tener diez países vecinos y las características de esos países son un factor importante para permitir al Estado brasileño desarrollar una estrategia política y económica que posibilite la articulación de un bloque regional sudamericano de gran capacidad de proyección de poder, desde que ese bloque sea articulado en términos no hegemónicos, con la organización de mecanismos compensatorios y de reducción efectiva de las disparidades entre los estados participantes. (263)
Los desafíos de Brasil no podrán ser efnrentados con políticas de reducción del Estado, de desregulación de la economía, de tercerización de políticas públicas…. (263)
Si se superan esos tres desafíos Brasil se convertirá en una de las principales grandes potencias, lo que afectará la correlación de poder a nivel americano y mundial, e inclusive dentro de las agencias internacionales. Esa ascensión brasileña a la condición de gran potencia no debe ser considerada una utopía, sino un objetivo nacional necesario, porque su no realización correspondería al fracaso en enfrentar aquellos desafíos que enfrenta Brasil y, por tanto, aceleraría el ingreso de la sociedad y del Estado brasileños en un período de gran inestabilidad (y eventuales conflictos internos), de fragilidad democrática, de creciente ingerencia externa en la sociedad brasileña que pueden, en caso extremo, llevar a tensiones por la fragmentación teritorial y política de Brasil.
La política externa por lo tanto se entrelaza fuertemente con las estrategias de superación de aquellos tres desafíos, porque del exterior pueden surgir serios obstáculos a las políticas nacionales que deben ser implementadas para enfrentar aquellos desafíos. (266)
Las relaciones entre Brasil y Argentina y entre Brasil y Estados Unidos son esenciales para la política brasileña en América del Sur, que es la región-llave para la estrategia mundial de Brasil.
Brasil no tiene ninguna razón para someterse a la política americana y debe mantener una política externa independiente, firme y serena. Estados Unodos desarrolla un apolítica unilateral de desconfianza en relación a negociaciones y soliciones multilaterales para las cuestiones globales y transnacionales, y de afirmación de sus intereses y de su legislación nacional por encima del derecho internacional, en una actitud de arrogante unilateralismo intervencionista. Esa estrategia tiene como objetivo central preservar su hegemonía si es preciso por la fuerza armada, el acceso a insumos estratégicos y a mercados, tanto de exportación como de importación, para sus capitales. (268-269)
En relación a la periferia del sistema mundial, la estrategia americana parece haber abandonado la visión optimsita de cooperación para el desarrollo y de modernización de los estaados de la periferia, como lo demuestra la reducción de los programas de asistencia, por una noción de control de esos estados si es necesario por la fuerza. (270)
La expansión de la presencia de asesores militares norteamericanos en países de América del Sur y la realización de operaciones militares conjuntas en diversos países en zonas próximas a las frotnesras con Brasil, permiten articular presiones para la regionalización del Plan Colombia y para la instalación de bases militares permanentes, como en Manta, Ecuador. (275)
La construcción paciente, persistente y gradual de la unión política de América del Sur y el firme y sereno rechazo de políticas que someten la región a los intereses estratégicos de Estados Unidos deben constituir el centro de esa estrategia. (276)
Brasil debe dotarse de fuerzas armadas con capacidad disuasoria adecuada, articular la defensa militar y política de sus fronteras y en especial de la Amazonia. (293)
No hay solución individual para ningún país de América del Sur. Debemos transformar en realidad el potencial natural de América del Sur, a través de la creación de su infraestructura física y social y por el aumento de la productividad de todos los segmentos de su población, de su capital y de sus recursos naturales, de forma sustentable. (321)
Comentarios sobre la estrategia militar…
-Reconocer que a medida que empresas brasileñas se internacionalizan, los intereses políticos de Brasil en otras regiones se tornan cada vez más complejos y reales, y que la eficiencia en la defensa de esos intereses tiene una faceta de naturaleza militar.
-Reconocer la importancia de la cooperación con las fuerzas armadas de países vecinos de América del Sur.
-Reconcoer la urgencia de definición detallada de una estrategia militar propia para Brasil y para América del Sur (336).
La cuestión militar es de suma importancia para el proceso de integración Brasil-Argentina y para el Mercosur (375).
El Mercosur (y Argentina y Brasil) enfrentan tres desafíos de corto plazo en el proceso de articulación de un papel político autónomo en el sistema mundial multipolar en gestación:
-Resistir la absorción en la economía y en el bloque político norteamericano que vienen avanzando rápidamente, por medio de negociaciones del Alca, los TLCs y la dolarización gradual;
-Evitar y enfrentar políticamente una posible intervención militar externa en Colombia y eventualmente en toda la región;
-Recuperar el control sobre sus políticas económicas, domésticas y externas, bajo influencia directa o indirecta del FMI y la OMC.
La redefinición de una visión global y articulación de iniciativas concretas por parte del Merocsur requieren mecanismos permanentes de coordinación en Brasil y Argentina (424-425)
La construcción de infraestructura y sobre todo la integración energética entre Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay y Venezuela, será indispensable para evitar la crisis nergética y permitir tasas elevadas de más del 7% para garantizar el desarrollo de la región (427).




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