Reseña Historica

LA INTENSA ACTIVIDAD DEL CENTRO INTERNACIONAL DE ESTUDIOS SOCIALES

(Extracto de la investigación sobre los “Orígenes del Movimiento Sindical Uruguayo...”

Varias actividades, acontecimientos y situaciones fueron dando lugar a la conformación ideológica y politización del movimiento obrero en nuestro país, y consecuentemente a su enérgica lucha por la reducción a 8 horas de la jornada de trabajo. Ya hablamos de la gran importancia de los inmigrantes europeos, de la creciente conflictividad laboral, la influencia de la FORA Argentina y la actividad organizadora de la AIT, entre otras tantas cosas. Entre ellas no podemos ni debemos omitir la intensa actividad formativa como escuela de ‘agitadores’ sindicales, de debate, de actividad solidaria y de difusión de las ideas de avanzada que llevó adelante desde el año 1898, el Centro Internacional de Estudios Sociales, “destinado a participar en forma activa y destacada en la lucha de los trabajadores por sus derechos y aspiraciones...” (1) hasta su desaparición formal en el año 1928.

“Esta entidad, -o- benemérita institución -como señala Carlos Rama- de una manera incontestable, es el centro de la vida cultural uruguaya de la extrema izquierda... En ella se encuentran las diferentes tendencias, aunque siempre predominando sus fundadores...”. Impulsada por los obreros sastres, y forjada por celebres y destacados pensadores, literatos y propagandistas de extracción obrera será un espacio de reflexión y análisis del pensamiento emancipatorio donde concurrían principalmente los trabajadores a participar de sus debates y conferencias las cuales se centrarán en términos genéricos sobre la ‘cuestión social’.

Su actividad práctica era diversa, su actividad teórica amplia, así se desarrollaban conferencias sobre cuestiones teóricas y político-gremiales de relevancia contando entre sus panelistas a anarquistas y socialistas de la época, de estos últimos podemos nombrar a Emilio Frugoni, Vázquez Gómez, Puig y Roig y, entre otros, a Leoncio Lasso de la Vega, del campo libertario, por allí pasaron y desarrollaron una fuerte actividad los artistas, obreros e intelectuales como Florencio Sánchez, Ernesto Herrera, Roberto de las Carreras, Rafael Barret, Ángel Falco, Alberto Ghiraldo, los deportados desde la Argentina por la Ley de Residencia como Adrián Troitiño, Antonio Marzovillo y Francisco Corney, por solo nombrar a algunos conocidos y activos militantes de ambas márgenes del Río de la Plata, “Carlos Balsán, que presidió el V Congreso de la FORA en 1905 -luego de cumplir su condena en Usuaia- se radica de inmediato en Montevideo. En 1911 editaba ‘La Protesta’ en esta ciudad, para enviarla clandestinamente a Buenos Aires...” (2). Contaba para esta titánica tarea con el apoyo de compañeros directamente vinculados con el Centro internacional.

No podemos omitir el importante y destacado papel que cumplieron las mujeres obreras como María Collazo, Virginia Bolten, Juana Casas, Juana Ruocco Buela y las hermanas Cossio entre otras, quienes venciendo los prejuicios de una sociedad machista, cualidad que también salpicaba -y salpica aún hoy- en el movimiento obrero, se supieron destacar como referentes teóricas, escritoras y oradoras de masa. También supieron ocupar su lugar en el CIES, canalizando su rol como organizadoras, dirigentes sindicales y luchadoras sociales. Fueron principalmente las mujeres Virginia Bolten y Juana Buela quienes actuarán fervientemente en la campaña en repudio al fraudulento juicio contra el educador libertario Francisco Ferre i Guardia en Barcelona de 1909. Fue Juana Buela la oradora del gran acto en la explanada Maciel que provocó con sus ardientes palabras que la multitud se lanzara hacia la embajada española, en repudio a la inminente ejecución de Ferrer, y que le costára una acusación por ‘asonada’.

El Centro Internacional ofició de estrado de ilustres agitadores de otros países como Pietro Gori, Rodolfo González Pacheco, José Ingenieros, Julio Barcos, Pascual Guaglianone y otros en sus “Giras de Conferencias” por los países platenses. “Fue la palestra de sus polémicas, el escenario de sus contribuciones al arte, y el dínamo que moviliza la opinión pública y respalda al sindicalismo...” (3).

El Centro Internacional de Estudios Sociales, también denominado ‘Circulo Internacional’ y cuya sede quedaba en la calle Río Negro 274, era lugar de reunión de distintos grupos obreros y sede de varios sindicatos y federaciones. Los grupos libertarios, así como diversos periódicos, artistas, grupos de la educación y grupos de apoyo a inquilinos de los comentillos entre otros, encontraron allí su lugar. El permanente intercambio y debate entre militantes sindicales de distintas extracciones político-ideológica, intelectuales y núcleos de las distintas publicaciones obreristas, tanto socialistas como anarquistas, generará un importante y necesario ámbito de agitación, fermentario y dinamizador del nivel y robustecimiento de las luchas obreras y sus demandas.

Su interés no era la captación de adeptos para un partido político, ni mucho menos se canalizaban intenciones electoralistas, más bien éstas se criticaban y en más de una ocasión se generará sendas polémicas por ello, sino que su actividad se desarrollará en torno a aumentar la capacidad de fuerzas de la clase obrera y del movimiento sindical y popular para la emancipación social. Su actividad estaba comprendida como de suma importancia para el desarrollo de las luchas populares, y ello le costará caro en varias ocasiones. Incluso este reconocimiento provenía de la prensa populista y de tinte liberal como ‘El Día’ y ‘Rojo y Blanco’, esta última señalará en 1901 que “El Centro Internacional (...) desempeña un rol de importancia, que conviene no desconocer, entre las clases obreras pues que en él, franqueadas sus puertas a todas las ideas y tendencias sociales, se elaboran y han elaborado la mayor parte sino todos esos movimientos gremiales que de algún tiempo a esta parte suelen agitar a Montevideo (...) Las huelgas producidas aquí han encontrado inmediata acogida en el Centro Internacional desde donde han partido de inmediato las voces amigas que alientan y contribuyen a la prolongación de aquellas hasta obtener el mejoramiento o las ventajas para cuya adquisición se lucha (...) -sin embargo- no es suficientemente conocido en el país el Centro Internacional que puede convertirse en (...) el impulsor poderoso de ocultas fuerzas sociales...”. Así el CIES, al igual que varios sindicatos, a los que la clase dominante y los gobiernos prepotentes veían con cierto temor su capacidad de acción, en el marco de la huelga ferroviaria de 1901, fue clausurado por el gobierno de Lindolfo Cuestas, situación por la que padeció por varios meses de ese año hasta que se permitió, gracias a la presión de una intensa agitación de reclamo, su reapertura nuevamente.

Entre la inmensa variedad de publicaciones que proliferaban en aquellos años se encuentra con un perfil propagandístico, formador-político, teórico y agitativo-gremial, el ‘Tribuna Libertaria’ que se editó hasta 1902, órgano del Centro Internacional de Estudios Sociales, que también editará luego ‘En Marcha’ (a partir de 1906) y ‘El Surco’ (1909-1924), pero muchos otros circulaban en su local para su lectura y difusión. El CIES anunciaba en sus ediciones -poniéndolas a disposición y/o en distribución- las publicaciones y periódicos recibidos desde el exterior, entre otros: ‘La Cuestión Social’ (Norte América), ‘La Campaña’ y ‘El Ácrata’ (Chile), ‘Freedom’ (Inglaterra), ‘El Nuevo Ideal’ (Cuba), ‘A Obra’ (Portugal), ‘La Revista Blanca’ (España), ‘El Libre Pensamiento’ (Perú), ‘La Protesta Humana’, periódico antecesor de ‘La Protesta’, ‘Rojo y Negro’, Ciencia Social’ y ‘El Rebelde’ (Argentina), ‘O Protesto’ (Brasil), ‘L`Agitazione’ y ‘Il Penciero’ (Italia). También publicaba la nómina de los libros que incorporaba a los estantes de su “Biblioteca Obrera” -tal era su nombre- así como aquellos que se podían adquirir a precio accesible, contando también con su sello editorial ‘Biblioteca de Tribuna Libertaria’ con el cual llegó a editar diversos libros y folletos teóricos, históricos y sindicales.

Entre los periódicos criollos, de los cuales algunos tuvieron su albergue orgánico o vinculante en el CIES, unos ya desaparecidos para esa época, se encontrarán los siguientes: ‘El Trabajo’, que fue el primer cotidiano revolucionario que salió en el Uruguay, ‘La Lucha Obrera’, continuador del periódico ‘El Internacional’, ‘La Revolución Social’, ‘Solidaridad’, órgano de la FORU que se editará a partir de 1912, secundando a ‘Emancipación’ (1907) y a ‘La Federación’ (1911), la FORU también editará ‘Cultura Libertaria’, revista teórica. Tenemos otras como ser ‘La Racha’, funda por Ángel Falco, ‘Regeneración’, impulsada por Virginia Bolten y ‘La Batalla’, ésta última fundada por María Collazo, ‘El Derecho a la Vida’, ‘La Nueva Senda’, ‘El Obrero Panadero’, ‘El Obrero Sastre’, ‘El Ferroviario’, ‘El Obrero Zapatero’, ‘Revista Gráfica’, ‘La Aurora’, ‘La Acción Obrera’, ‘El Auriga’, ‘La Voz del Picapedrero’, ‘La Rebelión’, ‘Despertar’, ‘El Obrero’, ‘Acción Obrera’, ‘Voz del Obrero’, ‘Tierra’, ‘Germinal’, ‘El Amigo del Pueblo’, entre tantos otros. Todos estos periódicos, algunos más desde una impronta definidamente político ideológica, algunos con una tonalidad intelectual, otros más desde un enfoque sindical, oficiaban como herramienta de aliento, propaganda y apoyo a las luchas obreras, y principalmente alimentando esa consigna tan costosa por la que dieron la vida cientos de militantes antes y después de nuestro primer 1º de Mayo: “La reducción de la jornada laboral a 8 horas”.

Sumamente vinculado a los problemas sociales de su época, las convocatorias a conferencias se dirigían ‘al pueblo en general y al obrero en particular’, ofreciendo sus instalaciones que oficiaban de “tribuna para el esclarecimiento de los problemas que estaban informando las plataformas reivindicativas, un ‘proveedor’ de oradores y propagandistas... Todo ello en la perspectiva... de una participación activa en la conflictividad social creciente que se registraba en Uruguay al finalizar el siglo XIX (...) -dentro de estas temáticas que se abordaban se encontraba- el derecho a la reunión, la ‘cuestión social’, las luchas económicas, la emancipación femenina, la religión y el Estado como enemigos de la libertad... Particular relevancia adquirirían las conferencias del 1º de mayo, en las que intervenían varios oradores, centrando la atención en el conjunto de problemas sociales que afectaba a los asalariados y en la dimensión internacional de esas circunstancias, a partir del señalamiento de la tríada responsable: ‘Capitalismo-Gobierno-Religión’” (4)

“En muchos barrios habían Centros de Estudios Sociales, destacándose los del Cerro, La Teja y Villa Muñoz...” (6) Estos espacios de estudios, convertidos en verdaderos Centros Sociales por su activa presencia en los problemas sociales de cada barrio, albergaban las reivindicaciones sindicales y en más de una ocasión eran lugares de reunión de las sociedades de resistencia que unificaban la dispersión de los núcleos de trabajadores, ya por rama (de oficio), ya por base territorial, así como promovían, dentro de un inmenso abanico de actividades, el auto y mutuo didactismo, y casi en todos ellos se sacaba un medio de prensa local. Es así que tras la actividad de las bibliotecas obreras existió coordinadamente con el CIES una experiencia de escuela racionalista, impartiendo en sus salones una vasta gama de cursos que iban desde aritmética, química, geografía, música, historia universal, danza, teatro, desde una perspectiva de promover valores obreros y una cultura popular.

“La importancia que el Centro Internacional tuvo, desde su fundación hasta las primeras décadas del siglo XX, como centro de discusión de los problemas sociales y al mismo tiempo de promoción de la actividad sindical, adquiere una relevancia especial dentro de la historia del movimiento obrero nacional...” (7). Fue el lugar donde se discernieron por muchos años las características organizativas y reivindicativas de los actos del 1º de Mayo, las formas de enfrentar los conflictos laborales del momento, y fue ahí donde se dieron los primeros pasos de la unificación sindical, que desemboca en la fundación de la FORU.


Notas Bibliográficas:
(1) Francisco Pintos, “Historia del Movimiento Obrero del Uruguay”.
(2) Guerman D´elia y Armando Miraldi, “Historia del Movimiento Obrero en el Uruguay”.
(3) Carlos Rama, “Historia Social del Pueblo Uruguayo”.
(4) Carlos Zubillaga y Jorge Balbis, “Historia del Movimiento Sindical Uruguayo”.
(6) Carlos Rama, “Historia Social del Pueblo Uruguayo”.
(7) Germán D´Elía, “El Movimiento Sindical”.


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